viernes, 15 de mayo de 2015

Comentario de Ortega. Texto 6º.




1.- Exponga la temática del texto (líneas 225-243).

En este fragmento, perteneciente a la obra “El tema de nuestro tiempo” (1923), y más en concreto al capítulo “La doctrina del punto de vista”, Ortega se pregunta sobre el atractivo que nos plantean las filosofías del pasado. Destaca tres rasgos: 1) su esquematismo, o sea, el uso de un planteamiento rígido y poco complejo, que se aplica reiteradamente a la solución de todos los problemas, cuando, en verdad, no todos los problemas pueden resolverse de la misma manera; 2) la pretensión de conocer toda la verdad, o al menos de que es posible conocerla en su totalidad; y 3)la creencia en que todas las soluciones o respuestas que ofrecen son definitivas, no tienen por qué cambiar. Estos tres rasgos explican que las filosofías del pasado se nos muestren más como un conjunto de respuestas que como un conjunto de problemas, porque previamente ellas han cerrado el límite de su mundo.

Para superar esta concepción primitivista de la filosofía, Ortega introduce una distinción entre mundo y horizonte. Cada corriente o sistema filosófico del pasado había establecido su propio mundo. Constituido por un conjunto determinado de problemas y respuestas. Como cada sistema filosófico se presentaba con carácter definitivo, el mundo de cuestiones que lo constituía también adquiría carácter definitivo, sin caer en la cuenta  de que ese mundo era el resultado de la perspectiva del sujeto o sujetos que lo habían elaborado. Las filosofías del pasado, o no habían tomado conciencia de la importancia del sujeto en la comprensión de la realidad (realismo), o habían supuesto un sujeto un sujeto universal y abstracto (racionalismo). Pero ese sujeto universal no existe, es una ficción, una “utopía”, y por tanto,  tampoco puede admitirse el mundo cerrado y fijo que ellas establecían. El mundo cambia tanto como la perspectiva de cada sujeto y es tan abierto como plurales y múltiples son las perspectivas de los diversos sujetos.  Por ello propone Ortega que el mundo se transforme en horizonte. A diferencia de aquel, este no tiene un contorno invariable, sino depende  del lugar (tópos) en que se sitúe el sujeto. Según el lugar en que se encuentre  el sujeto, así será se horizonte.

2.- Justificación desde la posición filosófica del autor.

Para Ortega, el racionalismo y el realismo  caen en la misma equivocación: tratar las cosas o las ideas como identidades, es decir, como naturalezas, perennemente constituidas. Cuando el racionalismo se ve obligado a reconocer que una cosa existe porque depende de mí (dependencia del sujeto, que, junto a la tesis de la supremacía de la conciencia, hace del idealismo un subjetivismo), añade un razonamiento de corte realista: su realidad es algo  independiente. Pero ahora lo independiente es mi pensamiento, el sujeto pensante cartesiano, que además se interpreta como res cogitans, como una cosa que piensa. Es decir, el idealismo mantiene además la tesis realista al interpretar la conciencia y el yo como una cosa, todo lo importante que se quiera, pero cosa. Pero el ser humano no es una cosa; y también es falso hablar de la “naturaleza humana” como hace el realismo, por lo que la razón realista (un conocimiento basado en magnitudes físico-matemáticas) nada tiene que decir sobre el ser humano. La vida humana no es una cosa, y por eso, no tiene naturaleza, sino que tiene historia.

Por otro lado, el relativismo sostiene que el sujeto presenta una visión deformada de la realidad. Pero el ser viviente, el sujeto, ni es un medio transparente, un yo “puro” y aislado ni deforma la realidad cuando la percibe, sino que selecciona entre la realidad que le circunda aquellas cosas que puede captar. La relacionalidad de la naturaleza con respecto a intelecto no tiene realidad, a su vez, considerado aparte (error de todo idealismo o racionalismo), salvo funcionando en una vida humana. Tanto la naturaleza como el intelecto son relativizados por la única realidad radical, que es la misma vida humana. La realidad radical no es la conciencia, el sujeto, como creía el idealista o racionalista en contra del realista, sino la vida, que incluye, además del sujeto, el mundo.

La realidad radical es, pues, nuestra vida, la de cada uno en particular….


No hay comentarios:

Publicar un comentario